lunes, 23 de julio de 2012

El Árbol y Yo

"Amate Amarillo/ Pintura al Pastel/50 x 70 cm

Este magnífico árbol crece cerca de mi casa.

Nunca dejo de admirarlo cuando paseo a su lado, pues es toda una lección de vida. Me hace caer en la cuenta de que somos parecidos, pues participamos de dos tiempos simultáneamente: tenemos, como él,  una existencia "lineal" que va desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte. Por otro lado, seguimos una secuencia "circular", pues vivimos las estaciones una y otra vez, cíclicamente. Hay momentos  -como el que retraté- en que apenas empiezan a brotar nuestras hojitas; más tarde, nos llenamos de una frondosa copa que cubre todo el tronco y las ramas, cargando incluso frutos, para regresar al momento de tirar nuestras hojas y quedar prácticamente desnudos... Extendemos nuestras ramas hacia arriba, buscando el cielo y con ello la perfección, y al mismo tiempo nos aferramos a la tierra, clavando nuestras raíces en sus profundidades.
Contenemos un mundo entero en nuestros recovecos, constituido por infinidad de partículas pequeñísimas e insospechadas, pero también nos expandimos hacia afuera, cobrando espacio... y tiempo. Nos vamos vistiendo de diferentes colores en cada época del año, pero nuestra esencia sigue siendo la misma.


Me gusta pensar así, porque me hace ver que todo es relativo. Cuando me sobreviene esa especie de dolor existencial que supone la inminencia de la muerte al final de mi camino, lo contrapongo a esta otra modalidad de la vida y encuentro en ello consuelo.
Todos aprendemos de todos, y en ello radica la riqueza de existir.