"Salutación"/ Acuarela y estofado de oro sobre papel/ 34 x 24 cm
Ayer celebré el Primer Domingo de Adviento con mi familia. Fue hermoso hacer recuento de aquéllo que agradecemos en nuestras vidas. Cada quien iba enunciando algo de lo bello que tiene que agradecer levantando su copa, mientras todos brindábamos mirándonos a los ojos. Realmente, hubo viandas deliciosas sobre la mesa y bebidas suntuosas en las copas de la abuela.
Si bien sabemos que hay crisis en todas partes, que la economía del país va de capa caída y que hay hambre en el mundo, es por ello un PRIVILEGIO poder unir fuerzas y bolsillos para lograr una fiesta así, y ¡claro que vale la pena hacerlo, aunque sea muy de vez en cuando! No sabemos si seguiremos vivos, si gozaremos de salud o si estaremos juntos más adelante. ¿Quién puede asegurarlo?
Lo más preciado es la unión emocional de la familia, dejando de lado rencillas o distanciamientos. Y si una buena mesa propicia esta unión, justificada está.
Saludemos, pues, el principio del Adviento con gozo en nuestros corazones; levantemos nuestras copas con destellos de hermandad y amistad. Hagamos cada quien su parte para lograr una comunidad más justa, con respeto, trabajo y honestidad. Pero sobre todo, con amor y tolerancia.
¿Y qué música escogeremos? Propongo un fragmento -el allegro por supuesto- del Concierto en Re Menor para Oboe y Orquesta de Alessandro Marcello, compositor italiano que vivió de 1669 a 1747. Nació en Venecia, y destacó tanto en composición musical como en poesía, filosofía y...¡ matemáticas! Vaya que era un hombre virtuoso . ¿Quién puede hoy día declarar que su formación es así de completa?